Me pasa muy a menudo que soy capaz de sentir la inseguridad de algunas personas para dirigirse a Manuel. Entiendo que es difícil verlo sin su autismo y que, por evitar equivocarse también eviten el contacto con él, por éso creo que este post, aunque breve, tiene mucha importancia: mi hijo Manuel es un niño pequeño de cinco años. Sí tiene autismo, pero sus necesidades de afecto y comprensión son como las de los demás niños. Le gusta ir al parque, comer chuches, saltar, correr, que le hagan cosquillas y muchas más cosas propias de su edad. Su trastorno le impide en ocasiones dar una respuesta verbal o no verbal adecuada a nuestras expectativas porque socialización y lenguaje (además de otras áreas) están afectados en los niños con TEA.
Romper barreras de comunicación, falsos mitos y prejuicios empieza por acercarte, mirarlo y llamarlo por su nombre, por sonreirle, también por mirar a su mamá o a su papá y dedicarle un segundo de comprensión.