23 de abril de 2018
Querido Manuel,
hoy te escribo para hablarte de los monstruos que tanto te gustan, quiero contarte la verdad sobre ellos: los monstruos no viven solamente en los cuentos, hay monstruos viven en las cabezas y en los corazones de las personas. Están entre nosotros, algunos son muy grandes y otros casi diminutos. Pueden estar en una maquinaria bien engrasada o en una voz metálica al otro lado del teléfono… viven en las salas de espera de las consultas, en algunas miradas, pensamientos o acciones. Se puede uno encontrar un monstruo cuando menos se lo espera ¡justo cuando lo que necesitabas era ayuda! ésos son los más despiadados. Se alimentan del cansancio y la desesperación, son monstruos egoístas. Quiero que sepas y que tengas presente que algunos son capaces de esconderse muy bien y vivir en las palabras, en el desprecio y en la condescendencia. Recuérdalo.
Te quiere siempre,
Mamá
P. D. Sé que después de leer ésto pensarás que soy un poco exagerada pero debes creerme. Aún así no te preocupes, intentaré evitarte los monstruos de la realidad y te compensaré presentándote a todos los monstruos de cuentos. Por supuesto compartirás reinado con Max. El monstruo cabra, el monstruo melena, el monstruo toro y todos los monstruos de Isla Monstruo estarán a vuestro servicio.
La carta que acabas de leer es el único desahogo que pude encontrar después de uno de esos días en los que muchas casualidades desafortunadas se dan cita y rompen el delicado equilibrio entre rutinas, apoyos y resto de cosas de la vida.
Empiezo todos y cada uno de ellos con con dedicación, esfuerzo y respeto, es por éso que nunca podré asumir la indiferencia, la incomprensión o el menosprecio.
16 de abril
9:30 de la mañana: recibo una llamada del hospital retrasando una cita para la que hemos estado esperando nueve meses, explico la situación y la necesidad urgente de mantener la cita para esa fecha, pido un número de teléfono al que poder dirigirme, la operadora responde que no puede hacer nada, que tome nota de la cita, me quejo, le pido que me dirija a otro servicio, me dice que reclame en atención al paciente, harta de tanta justificación le contesto que estoy harta de reclamar, insiste en que tome nota de la cita, le digo que no tomaré nota de la cita.
15:15 llego a casa, llamo a la centralita del hospital, me informan sobre el servicio de atención al paciente, tendré que ir y pedir hojas de reclamación o llamar en determinadas franjas horarias. Hoy ya es imposible.
18:15 encuentran a Manuel llorando porque alguien que estaba a su cargo se ha olvidado de un aviso que he dado al entrar en un servicio público, me lo trae una persona que le pregunta como me llamo, me veo en la obligación de explicar por enésima vez la importancia de los apoyos.
18:30 un conocido me hace una apreciación muy inoportuna sobre el incidente de hace un rato.
22:30 estoy agotada, triste y enfadada, necesito escribir algo para desahogarme, redacto mi carta aún sabiendo lo de hoy no tiene arreglo, que la carta es sólo una autoafirmación porque el destinatario real no la podrá comprender.
Me voy a dormir, espero encontrar refugio en las horas de descanso… después del 16 de abril, vendrá el 17, después18, el 19, el 20, el 21, el 22, el 23… cada día, cada hora, cada minuto, cada apoyo. Sólo podremos acabar con los monstruos de la realidad si sabemos dónde están.
Larga vida a los monstruos de los cuentos!
Feliz Día Internacional del libro.
Aquí el video de la lectura de «Adonde viven los monstruos?»

Imagen: Esther Medraño