Cuando las madres y los padres nos enfrentamos a las preguntas de los especialistas, bien sean médicos, psicólogos o educadores, también nos enfrentamos a nuestro propio desconocimiento y a las ideas preconcebidas sobre el autismo.
Estamos sólos como padres ante un trastorno muy complejo que se esconde en ocasiones detrás de conductas que podrían considerarse comunes o a las que podría dárseles una explicación natural.
Entendí ésto después de dos años del diagnóstico de Manuel. Un día me puse a repasar videos intentando buscar los síntomas que antes no podía ver. Me encontré con uno en el que nosotros siempre habíamos pensado que Manuel estaba dando de comer a los patos del lago de Castiñeiras. Es curioso porque parece tan evidente que entiendo que a cualquiera le resulte difícil ver ahí un rasgo del espectro autista. Fue un fragmento que usamos en «A canción de Manuel» así que lo habremos visto un montón de veces. De repente comprendí que mi pequeñito NO le estaba dando de comer a los patos si no que estaba estimulándose visualmente, es decir, tiraba el pan, no para darle de comer a los patos sino para verlo caer desde una altura. Era la misma estimulación que hacía en el parque dejando caer la arena de la misma manera. Es por éso que, cuando nos hacen preguntas como «¿su hijo se centra en la parte de un juguete?» o «¿tiene intereses restringidos?», no sabemos qué responder. Una vez una psicóloga me preguntó si Manuel sabía para qué servían las ruedas de sus coches de juguete y no supe qué decirle. En otras ocasiones, mi marido y yo dábamos respuestas contradictorias a la misma pregunta.
Ahora reconozco muchos síntomas o rasgos que en su día no supe interpretar. También sé que es fundamental difundir y concienciar sobre este trastorno para que en un futuro las familias y los profesionales estén más cerca gracias al conocimiento.