Pensaba estos días sobre la responsabilidad de educadores que tenemos las madres y padres de l@s niñ@s con TEA cuando una amiga me dejó un enlace de autismo diario que se llama «La familia como terapia integral», lo recomiendo de principio a fin.
Al recibir el diagnóstico de Manuel algunas personas del entorno insistieron en que no nos agobiásemos con la terapia del niño, otras se atrevieron a negar el valor de la comunicación aumentativa y hubo quien ni siquiera entendió por qué teníamos que llevar al niño a un centro de atención temprana especializado en autismo.
También he de decir que hubo otras que entendieron perfectamente nuestra preocupación y hoy en día se empiezan a ver los resultados en el desarrollo de Manuel. Por éso, cada día me reafirmo más en lo importante que es que los padres participemos muy activamente en la terapia de nuestros hijos: en casa, en la calle, en el contexto habitual donde vivimos, siguiendo las guías que nos dan sus terapeutas.
«Mi hijo no habla» de Miguel Antonio Higuera, fonoaudiólogo de la Universidad de Chile, es mi última lectura sobre trastornos del desarrollo. Habla de la necesidad de que los padres seamos agentes activos en la educación-terapia de nuestros hijos. Se insiste en la importancia de saber y capacitarnos para ser madres y padres de un niño diferente. Lo que otros niños consiguen de manera natural, un niño con TEA lo hará con la ayuda de múltiples estrategias y éso pasa por nuestra propia formación. Tenemos que asentar nuestra tarea en los siguientes aspectos:
1. información sobre el autismo
2. capacitación como padres de un niño con necesidades especiales
3. las anteriores nos conducirán al empoderamiento y a ser agentes activos en la labor de concienciación y sensibilización, tan necesarias en nuestra sociedad.
Debemos ser otro tipo de madres y padres, especiales también, en constante desarrollo y formación.