Desde el primer segundo en que nos mencionaron autismo toda nuestra preocupación como padres se trasladó al futuro.
El futuro se convirtió en una palabra que hacía mucho daño porque no pensábamos en otra cosa: «qué va a ser de Manuel cuándo no estemos nosotros?» Yo no era capaz de dejar ese pensamiento a un lado y no era el futuro de aquí a un año no, ni el de la adolescencia, ni siquiera el de Manuel como adulto, sólo pensaba en «cuando yo no esté… futuro futuro futuro!!!»
Buscaba una respuesta que nadie podía responder, hasta que un día los papás de una niña con autismo me dieron la clave, a partir de ahí empecé a entender las cosas de otra manera. Me explicaron que ellos también habían pasado por el mismo proceso y que habían llegado a la conclusión de que el secreto estaba en el presente: ¿qué puedo hacer hoy para que mi hijo viva mejor?
Enfocar el tema desde esta perspectiva empezó a ayudarme a comprender: al trabajar día a día con mi hijo estoy preparando el futuro, que aprenda poco a poco y que gane autonomía será la base para que pueda tener una vida mejor.
El presente debe ser el espacio para que mi hijo pueda crecer y desarrollar sus capacidades con la terapia y los apoyos adecuados. El presente debe ser el lugar donde nosotros como padres preparemos el futuro de Manuel, actuando con responsabilidad y coherencia, buscando las ayudas y trabajando por la concienciación y sensibilización sobre el autismo.